Ya lo dijo Gardel: “veinte años no es nada”. Imaginen doscientos doce… Esos fueron los que vivió nuestro amigo Alexander Fyodor Rovodorovsky. Doscientos doce años dedicados a estudiar, viajar, hacer hijos que ni siquiera conoció, llenos de trabajo, éxito, fama… Y soledad. Mucha soledad. Por eso, siempre quiso tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar, tenerlos a todos juntos en un espacio suyo, donde contar sus hazañas y otras historias. En definitiva, un lugar para compartir…

 

Cuenta la leyenda que en sus últimos años hizo construir un teatro, oculto en su propia casa, y, a día de hoy, hay quienes siguen pensando que todo eso es un cuento...

 

Hoy estáis aquí para conocer la verdad.